jueves, 6 de junio de 2013

4:30 de la madrugada...

4:30 a.m. Suena el despertador. El sol y el día aun duermen, pero nosotros ya estamos preparando la jornada de trabajo de hoy.

Guantes de obra, mazas, cuchillos, bolsas de basura… Creo que está todo
Desayuno en silencio con mil imágenes de ideas para el proyecto, como cada día. Se oye el bus pitar a lo lejos:

-Corre, que no llegamos!.

A la carrera, pero agarramos el bus… Dentro de una hora y media estamos en el barrio de la Bolsa.

La jornada de trabajo comienza, todo el equipo  voluntario va llegando, algún curioso se nos une siempre. Las herramientas listas, manos a la obra. Alguien canta al ritmo de la música de fondo, sonrisas tímidas en cada rostro, miradas cómplices: Vamos equipo!. Hoy continuamos montando las llantas para lo que serán las bancas del parquecito. Los niños salen de la escuelita para su tiempo de receso. Todos quieren colaborar. El trabajo se convierte en un juego, vamos encontrando tesoros entre la basura, todo el mundo trabaja unido.

En ese momento recuerdo el despertador a las 4:30 a.m. de la mañana y le encuentro sentido al ver a todo el equipo trabajando motivados por un mismo fin, por un mismo sueño. Las sonrisas de Génesis, Lorena, Judith, Celeste, Eirc, Olman, Jonny, Nixon, Estéfani y Bryan iluminan cada día de trabajo. Sus ojos nerviosos, sus preguntas “indiscretas”, sus ideas imposibles, sus juegos sin  , sus reflexiones profundas que zarandean tu mundo estable en su segundo  y su trabajo incansable son nuestra batería de energía y motivación.
Gracias por los momentos de risas, por el esfuerzo, el trabajo infinito que cada quién ha puesto en este sueño y sobre todo gracias por demostrar al mundo y a cada uno de nosotros que:

UNIDOS, PODEMOS LOGRAR QUE LOS SUEÑOS SE HAGAN REALIDAD




Texto original: Elena López-Maya Asís

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